Los montajes de boda con mesas alargadas son una tendencia que cada día viene pisando con más fuerza en nuestro país. En el mundo nupcial anglosajón son muy habituales, y aunque en España hace unos años era impensable, y casi ningún catering accedía a realizar una comida o cena con este formato; hoy en día, la demanda de este tipo de mesas por parte de los novios -que consumen información sobre bodas fuera de nuestras fronteras- ha hecho que cada vez sea más frecuente que podáis valorar esta opción para vuestro enlace.
Hay que reconocer que el efecto visual que se consigue con este tipo de mesas es muy diferente al que nos da un banquete con mesas redondas. Dado que se sale de lo normal, la primera impresión que transmite es de una boda diferente, y marca la pauta para que la celebración se desarrolle en un ambiente menos tradicional que con mesas redondas. Yo le encuentro un punto como más festivo e informal que a los montajes estándar que solemos ver.
Son especialmente adecuadas si os casáis en un entorno rural o campestre, y a mi me gustan especialmente para celebraciones al aire libre.

Al margen de la línea de estilo que marcan, la mayor ventaja que aportan este tipo de banquetes es que permiten mayor versatilidad a la hora de colocar/agrupar a los invitados. Si tenéis un grupo de amigos de 16 personas y no queréis separarles en vuestro día más especial, una mesa rectangular os permitirá sentarles a todos juntos gracias a la facilidad para ampliar el número de personas haciendo la mesa un poquito más larga en función de vuestras necesidades.
Por contra, hay que señalar también que al utilizar un montaje de mesas corridas, se favorece menos la conversación entre los comensales. Las mesas redondas, en este sentido, dan siempre mucho más juego y permiten que interactúen mucho más entre sí todas las personas que están sentadas en una misma mesa (esto lo sabemos todos por propia experiencia al ir en grupo a cualquier restaurante, una mesa redonda siempre es la mejor opción si queremos compartir la cena con más personas que los dos amigos que nos toquen a los lados y los tres de enfrente).
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta si os decantáis por este tipo de mesas, es la forma de decorarlas, ya que el enfoque ha de ser totalmente distinto que si usamos mesas redondas.
Con mesas imperiales, el montaje por sí mismo pide mayor cantidad de flor y/o adornos. En una mesa rectangular tendremos que ubicar los centros de mesa en forma de repeticiones a lo largo de la mesa. De modo que más o menos por cada 4 comensales colocaremos uno o varios elementos; que, aunque serán de menor tamaño que en una mesa redonda, al final dan como resultado que tendréis que invertir un poquito más de presupuesto por invitado en la decoración de las mesas que si hubierais puesto mesas redondas en las que con un centro de mesa por cada 8/10 invitados es suficiente.

¿Y a vosotros, os gustan este tipo de montajes?
Con nuestros servicios de organización de bodas tendréis asesoramiento con cada detalle de vuestro gran día, y nos encargaremos de que los meses previos al enlace no tengáis presión ni incertidumbre por lo que va a suceder en la boda, ya que ese día habrá un profesional asegurándose de que todo va a salir bien mientras vosotros disfrutáis de la celebración con vuestros invitados.

Imágenes del post vía StyleMePretty

Nota: me aclara mi madre (qué sabias son las madres), que en los años 70 en las bodas se usaban mesas imperiales siempre, y que fue una década más tarde cuando comenzó la moda de las mesas redondas que ha llegado hasta nuestros días; aunque al principio, la mesa presidencial (la de los novios, vaya) seguía siendo rectangular aunque las de los invitados fueran redondas.