Si la entrada de hoy tuviera un subtítulo entre paréntesis, como otros días, sin lugar a dudas éste sería: (o cómo tener una cena romántica el día de tu boda). Y es que, por curioso que parezca, en las bodas del otro lado del charco cada vez es más habitual que los recién casados tengan una mesa para ellos solos durante la comida o banquete de la recepción de su enlace.
Si los recién casados son ya de por sí el foco de atención durante toda la celebración, utilizando una mesa en la que se sienten ellos dos solos durante el banquete se consigue centrar aún más las miradas en la feliz pareja.
Estéticamente queda muy bonito utilizar una mesa para los novios, con una decoración muy cuidada y especial; ¿no os encanta la idea de poner un sillón para dos en lugar de sillas individuales?
Pero, más allá de criterios decorativos, yo creo que ya que una boda es una celebración social en la que habéis convocado a decenas/centenares de personas para que os acompañen durante ese día, lo mejor es que compartáis también con ellos las horas que corresponden al banquete, y que disfrutéis de una buena conversación con vuestros mejores amigos o vuestros familiares más queridos; hay tiempo más que de sobra para estar solos durante la luna de miel.
La alternativa a una sweetheart-table sería la mesa presidencial, que últimamente ha evolucionado hacia conceptos totalmente opuestos a esta cena para dos de la que hablamos hoy en el blog; y es que en España cada vez es más habitual que los novios compartan mesa con amigos o con una representación familiar más amplia que los padres de los contrayentes, de manera que la conversación sea más animada durante la cena o comida y todo el mundo esté a gusto.
Como todo en esta vida, esto también depende del gusto personal; establecer con quién os sentáis a comer el día de vuestra boda es una decisión que solo os ocupa a vosotros, y que debéis tomar pensando en vuestra comodidad y en cómo queréis vivir esos momentos (si de una forma más íntima, más relajada, o más tradicional).
